La realidad del Club, a 3 meses de las “elecciones”, no es para nada alentadora. Mientras los jugadores hacen gala de sus dotes de jardineros cada fin de semana nuestra institución se cae a pedazos puertas adentro. El pasivo multimillonario con deudas documentadas amenaza con irse agrandando, las internas eleccionarias son turbias y pavorosas como una novela de Stephen King, los intentos de acomodamiento mutuo entre directivos que hace unos meses atrás se desprestigiaban a cuerda suelta se han vuelto rutinarios y la poca y casi nula participación de la masa societaria en las decisiones importantes le dan el poder total a una directiva acéfala para seguir con todo lo antes mencionado. Entonces, ¿qué nos queda?, ¿dejar que estos sátrapas sigan desangrando al Club a destajo?, ¿quedarnos con los brazos cruzados mientras mafias y más mafias hacen de la Gloria del fútbol uruguayo un cabaret?, ¿mirar como nuestros dirigentes carecen de habilidades para defender nuestros intereses y cada vez nos hacen más débiles e inoperantes? Creo que es momento de darnos cuenta cuán seria es la situación y tratar de hacer lo posible, lo que cada uno tenga a su alcance para que esto termine y volvamos a ser Peñarol, para que el cuadro del pueblo vuelva a ser del pueblo y no de unos cuantos mafiosos que por lo único que pelean es la parte del montón que les toca.El despertador suena
La realidad del Club, a 3 meses de las “elecciones”, no es para nada alentadora. Mientras los jugadores hacen gala de sus dotes de jardineros cada fin de semana nuestra institución se cae a pedazos puertas adentro. El pasivo multimillonario con deudas documentadas amenaza con irse agrandando, las internas eleccionarias son turbias y pavorosas como una novela de Stephen King, los intentos de acomodamiento mutuo entre directivos que hace unos meses atrás se desprestigiaban a cuerda suelta se han vuelto rutinarios y la poca y casi nula participación de la masa societaria en las decisiones importantes le dan el poder total a una directiva acéfala para seguir con todo lo antes mencionado. Entonces, ¿qué nos queda?, ¿dejar que estos sátrapas sigan desangrando al Club a destajo?, ¿quedarnos con los brazos cruzados mientras mafias y más mafias hacen de la Gloria del fútbol uruguayo un cabaret?, ¿mirar como nuestros dirigentes carecen de habilidades para defender nuestros intereses y cada vez nos hacen más débiles e inoperantes? Creo que es momento de darnos cuenta cuán seria es la situación y tratar de hacer lo posible, lo que cada uno tenga a su alcance para que esto termine y volvamos a ser Peñarol, para que el cuadro del pueblo vuelva a ser del pueblo y no de unos cuantos mafiosos que por lo único que pelean es la parte del montón que les toca.
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